No seas para mí un motivo de terror; tú eres mi refugio en tiempos de calamidad.
Cuando estoy en peligro, tú me proteges. ¡No dejes que el miedo se apodere de mí!
No seas para mí espanto, ¡oh tú, mi amparo en el día aciago!
No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo.
No me seas tú por espanto: esperanza mía eres tú en el día malo.