Sobre nuestros cuellos están los que nos persiguen. Nos fatigamos, y para nosotros no hay reposo.
Los que nos persiguen nos pisan los talones;[1] estamos fatigados y no hallamos descanso.
El enemigo nos persigue. Nos tiene acorralados.
El yugo a nuestro cuello, andamos acosados; estamos agotados, no se nos da respiro.
/nPadecemos persecución sobre nosotros; /nNos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.
Persecución padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.