Las varas eran tan largas que los extremos de las varas se podían ver desde el lugar santo, que estaba delante del santuario interior; pero no se podían ver desde afuera. Y allí han quedado hasta el día de hoy.
Los travesaños eran tan largos que sus extremos se podían ver desde el Lugar Santo, delante del Lugar Santísimo, aunque no desde afuera; y ahí han permanecido hasta hoy.
Estas varas eran tan largas que sus puntas se veían desde el Lugar Santo, que estaba frente al Lugar Santísimo. Sin embargo, no podían verse desde afuera del templo. Así quedaron hasta el día en que se escribió este relato.
Los varales eran tan largos que se veían sus puntas desde el Santo, desde la parte anterior del Debir, pero no se veían desde fuera. Están allí hasta el día de hoy.
Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy.
E hicieron salir las varas; de modo que las cabezas de las varas se dejaban ver desde el lugar santo delante del oráculo, mas no se veían desde afuera; y así se quedaron hasta hoy.