Cuando acabaron de ofrecer el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se arrodillaron y adoraron.
Cuando terminaron de ofrecer el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se postraron para adorar al Señor.
Al terminar, el rey y todos los que estaban con él también se arrodillaron y adoraron a Dios.
Consumido el holocausto, el rey y todos los presentes doblaron las rodillas y se postraron.
Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron.
Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron.