Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí el ruido de un gran estruendo: '¡Bendita sea la gloria de Jehovah desde su lugar!'
Entonces el Espíritu de Dios[1] me levantó, y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: '¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!'
Cuando el esplendor de Dios comenzó a retirarse de donde estaba, escuché detrás de mí un ruido muy fuerte, parecido al de un terremoto. Ese ruido lo hacían aquellos seres extraños. Lo hacían sus alas al tocarse unas con otras, y también las ruedas que estaban a su lado. Y pude oír que alguien decía con fuerte voz: «¡Bendito sea en su templo nuestro gran Dios!» Entonces, algo dentro de mí me hizo levantarme y me sacó de allí; era como si Dios me hubiera tomado fuertemente de la mano. Yo estaba muy molesto y enojado.
Entonces, el espíritu me levantó y oí detrás de mí el ruido de una gran trepidación: «Bendita sea la gloria de Yahveh, en el lugar donde está»,
Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de grande estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.